¿Cómo enfrentarla? ¿Cómo tratarla?
La crisis de pánico es la aparición
súbita o imprevista de un sentimiento de miedo, angustia o malestar muy
intenso. Estos se acompañan de una diversidad de síntomas fisiológicos como
son:
1. Palpitaciones o aceleración de la frecuencia cardíaca
2. Sudoración
3. Temblores
4. Sensación de ahogo
5. Dolor o molestias en el tórax
6. Náuseas o malestar abdominal
7. Sensación de mareo, inestabilidad, aturdimiento o
desmayo
8. Escalofríos o sensación de calor
9. Parestesias (sensación de entumecimiento o de
hormigueo)
10. Desrealización (sensación de irrealidad) o
despersonalización (separarse de uno mismo)
11. Miedo a perder el control o a “volverse loco”
12. Miedo a morir
Las crisis se producen
al ponerse en marcha una reacción de
alarma, que es un mecanismo
reflejo del organismo que tiene como misión ponernos a salvo mediante la
huida o la búsqueda de ayuda, cuando afrontamos una situación que pone en peligro nuestra supervivencia.
En la crisis de pánico, la reacción de alarma se pone en
marcha sin que exista un peligro real, por lo que también se les llama falsas alarmas. Estas falsas alarmas
se producen porque se evalúa o se
interpretan como peligrosas ciertas sensaciones internas que, en
realidad, no pueden hacer ningún daño, sin embargo, en ese momento se está
convencido de que se está en en peligro.
En muchas ocasiones las personas que padecen estas crisis no
pueden predecir cuándo o dónde ocurrirá un ataque de este tipo, con lo cual
comienzan a surgir conductas evitativas, en que se comienza a evitar lugares o
situaciones en las que han sufrido una crisis previamente. Esta conducta se
repite hasta limitar la vida.
Intentar
hacer ejercicios de relajación durante los primeros minutos no es recomendable,
ya que como la ansiedad está muy elevada, lo más probable es que evalúes que el
ejercicio no te está calmando. Por lo tanto lo primero que debes hacer es reconocer la crisis como una crisis de
ansiedad, y que luego de los primeros 5 minutos habrá pasado lo más difícil. Saber que no vas a morir, ni te vas a
volver loco, ni te está dando un ataque, y que pronto te sentirás mejor. En este contexto, lo mejor es no huir, ya que se establece una falsa asociación y falsa creencia.
Por ejemplo: si te
da una crisis de pánico al subir al metro y sales huyendo hasta llegar a tu
casa, seguramente al llegar a ella te sentirás mejor y así se establecerá a la
falsa creencia de que en el metro te dan crisis y tu casa es un lugar seguro.
Lo ideal es no salir arrancando, sino que busques un lugar tranquilo donde
pasar la crisis.
Si
las crisis comienzan a ser reiterativas, es importante que busques ayuda para
aprender a manejarlas, y una de las mejores opciones para aprender a controlar
la ansiedad es través de la terapia psicológica. No dudes en consultar.